¿Y si ya estás muerto?

Todos hemos vivido incontables accidentes, hemos enfermado, hemos estado en algún quirófano; hemos visto la muerte a la cara tantas veces.  ¿Qué hubiese sucedido si no hubiésemos sobrevivido esos percances? Dirás, pues no habríamos muerto y nos habrían enterrado. “Quizás algunas lágrimas de parientes y amigos, y ya está, ¿no?”  ¿Y si estuvieses muerto o en trance, y la vida que asumes como “cotidiana” no es más que un sueño profundo o un invento de tu cerebro? Suena muy descabellado, incluso ilógico; pero si fuera así, ¿seguirías callando eso que sientes por tu crush?  Supongamos que estás en un sueño, ya moriste, ¿Qué más puedes perder? ¿Seguirías preocupándote de no cagarla, de no hacer el ridículo, de quedar bien ante la sociedad? ¿Seguirías trabajando en ese empleo horrible en el que justificas tu miedo a confrontar que tus sueños fracasen? ¿Seguirías callando la verdad con tal de no incomodar? ¿Seguirías defendiendo cosas en las que no crees por presión social? Y podría seguir con las incontables preguntas.

Y es que esa es la realidad: ya estás muerto, y no lo sabes; y lo peor es que asumes a tu muerte como vida. Estás muerto porque ya no luchas. Estás muerto porque no aceptas lo que eres. Estás muerto porque te limitas a ser lo que otros ven bien. Estás muerto porque aceptas amigos falsos. Estás muerto porque niegas lo que amas. Estás muerto porque ya sólo eres un bonito envase más en una fábrica. Estás muerto porque aceptas un amor que sabes claramente que no es real. Estás muerto porque te asusta la soledad; pero te fascina rodearte de hologramas. Estás muerto porque eres una profesión, no una persona. Estás muerto porque eres una etiqueta, no un individuo.

No hay nada que nos asuste más a los humanos que la muerte, pero curiosamente elegimos la muerte en vida. Matamos con todo nuestro arsenal nuestras emociones, nuestros deseos, nuestras opiniones, nuestra voz, nuestros sueños, nuestros pensamientos.  Morir en vida es aceptar lo que no queremos porque es lo correcto a los ojos de otros. Y para muchos, eso es vivir. Qué triste, ¿no?

Digo, excusas sobran: dinero, mi familia, los demás, mi profesión, mi pareja, etc. ¿Tan corta es la vida para tanto pretexto barato que ponemos? Si esto es un sueño o un trance, ¿qué más puedes perder? No es muy tarde para renacer, no es muy tarde para ir hacia lo real. No es muy tarde para lanzarte, darte de golpes, sangrar; pero con la satisfacción de haberlo dado e intentado todo.

Porque posiblemente ya estás muerto, y ahora ya lo sabes.

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